jueves, 9 de septiembre de 2010

Capítulo 5. Crujidos.

El silencio reinaba en esta oscura noche. El cielo estaba cuajado de estrellas que tililaban en la lejanía. Realmente, era una noche preciosa. Preciosa para cualquiera que no estubiera en mi situación.
No me había atrevido a salir de mi escondite y no había podido conciliar el sueño a causa del miedo. Aún no me había recuperado del susto que me había ocasionado en animal. Sentirse tan indefensa, a merced de los acontecimientos y estar al borde de la muerte no era una experiencia que se te pasara rápidamente.
Perdida en la selva y sin provisiones moriría en poco tiempo. Y añadiendo al paquete la herida, que ni me había atrevido a mirar para no saber lo profunda que era, mucho menos tiempo, porque se me infectaria. ¿O antes de que se me empezara a infectar, ya estaría muerta por la sed, o asesinada por algún tipo de animal? Me estremecí solo de pensarlo.
Había sido una estupidez entrar en la selva. Por lo menos ahora estaría agonizando en la playa, que era mucho mejor. No aquí, con una herida que ni me había atrevido a mirar para no saber lo profunda que era.
Sollocé, desesperada. No tenía ninguna salida.
Lo único que me quedaba era suicidarme, pero no era capaz de hacer aquello, no tenía suficiente voluntad. Ni armas para llevarlo a cabo
Crujido.
¡Oh no, había vuelto! El terror conquistó mi cuerpo y en mi cabeza se hizo más fuerte la idea de suicidarme. Me acurruqué mas en mi escondite, temblando aterrorizada.
Crujido, seguido de el agitamiento de un matorral.
Ahogué un grito y el miedo me impidió pensar con claridad. Lo único que pude hacer es alzar el palo, como única protección.
Todos los arubustos y plantas se empezaron a agitar suavemente.
¡Joder! Había venido toda la manada.
''Voy a morir, voy a morir''. Cerré los ojos con fuerza, esperando al dolor y apreté puños y dientes.
De repente, se pararon todos los movimientos. No me atrevo a abrir los ojos.
¿Estoy muerta ya? ¿Y el dolor?
Lentamente abrí los ojos y pegué un grito.
Estaba rodeada de indios, o indígenas o lo que fueran y todos y cada uno de ellos me apuntaban con una afilada lanza.
-Porfavor, no me hagais daño-sollocé, sin ni siquiera preocuparme de si hablaban mi idioma o no-No quiero morir...
Me cubrí el rostro con las manos y comencé a llorar, esta vez si, sin ninguna esperanza de vivir, esperando que sus lanzas se clavaran en mi cuerpo.
-Chica blanca-me llamó una voz  en inglés. Por suerte, mis padres eran ingleses y aunque viviera en españa me habían enseñado el idioma y lo sabía hablar a la perfección-Nosotros no daño si tú obedecer.
Era un inglés un poco rudo, pero lo entendía bien si hacía un esfuerzo. Asentí, esperanzada. Dos hombres me levantaron con brusquedad, me ataron las manos a la espalda y sin dejar de apuntarme con las lanzas y mirarme recelosos, comenzaron a caminar. Yo no tube más remedio que seguirles, aunque cada vez que me moviera la herida me diera latigazos de horrible dolor y aunque el estómago me diera unos horribles retortijones ni que me doliera la cabeza. Caminamos un buen rato hasta que llegamos a su poblado, formado por muchísimas tiendas en las que asomaban las curiosas cabezas de los niños y mujeres que se habían quedado en el campamento, hogueras aquí y allá (excepto una enorme en el centro) y poco más. Me llevaron a la hoguera del central y todos se sentaron, así que yo con mucho esfuerzo a causa de mis manos atadas, hiche lo mismo.
El anciano que se había dirigido a mi antes comenzó a hablar en un extraño idioma compuesto de muchas vocales y unas consonantes muy sonoras y la gente comenzó a poner cara de horror y mirarme con desprecio.
Después se dirigió a mi y me miró con severidad.
-Tu nombre, chica blanca.
-Ronnie-dije con un hilo de voz.
La tripa me dolía cada vez más, y estaba empezando a sudar.
-Ro-ni-repitió el, con una pronunciación muy divertida.- Tu de beber lago sagrado Ikaili-Su.
Me costó un poco procesar la información, pues se me estaba empezando a nublar la vista y tenía un horroroso calor.
-Y-yo no sabía que...
-¡Calla Ro-ni! ¡Ese lago ser lago de Dioses! ¡Beber allí ser algo malo! ¡Mucho malo!-bramó el anciano, furioso.-Consejo, decidir que tu vas a morir.
Apenas escuché lo que decía porque la cabeza me iba a explotar y al igual que la tripa. Jadeé intentando encontrar aire y todo lentamente se fue volviendo negro.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Capítulo 4. ¡Huye!

Me desperté y lo único que pude hacer es gemir, ante la vista de los nuevos picotazos que tenía hoy. Había confiado que esta noche los granos desaparecerían, pero ya se ve que los mosquitos se han cebado conmigo.
''Hoy tienes que ir a buscar agua'' me recordé mentalmente.
Pero la simple idea de tener que levantarme parecía agotadora. Por no hablar de tener que adentrarme en el bosque  y encontrarme con Dios sabe qué tipo de bestias. Ni hablar.
-Vale, lo has conseguido-le dije a la nada- me rindo. Ya no puedo más. Me quedaré aquí tumbada hasta que me muera ¡Hala! ¿Estás contento ya?
Silencio.
¿Así es como va a a acabar mi vida? ¿Tirada en la arena, rindiendome al tercer día?
Se me llenaron los ojos de lágrimas, pero por primera vez, me controlé. No iba a llorar más, nunca más. Prefiero morir con la determinación de que el mar me dejara vivir sirvió de algo, de que almenos había intentado seguir con vida hasta el último momento, de que no era una cobarde.
Extendí el mapa sobre la arena y lo estudié con detenimiento. Había sitios en los que la tinta estaba corrida y no podía saber con certeza qué era lo que había allí, pero hay que conformarse.
Para gran mi gran alivio, no había que adentrarse mucho en la jungla para llegar hasta el lago, pero aún así estaba aterrada.
Revisé mis provisiones con cuidado y me di cuenta de que la linterna no funcionaba. Con un suspiro de resignación me desprendí de ella.
Seguí revisando mi material y repitiendo en mi cabeza una y otra vez el camino que tenía que seguir.



La selva se elevava ante mi, imponente, frondosa y oscura. Un par de pájaros huyeron despavoridos de algún depredador, y se perdieron en la lejanía. El viento meció con delicadeza los árboles y plantas.
Retrocedí un paso, vacilante.
Toda la determinación que tenía hace un momento, se había esfumado en un instante. Miré hacia la playa y a la selva alternativamente. Si me quedaba en la playa, moriría seguro, no tenía ninguna oportunidad. En cambio, si pentetraba en la selva había un pequeño porcentaje de posibilidades de sobrevivir.
Apreté los dientes y avancé con una aparente seguridad, que en verdad no tenía. Un calor pegajoso y húmedo me envolvió, aspiré varias veces y perciví un tropical aroma, una mezcla de frutas, plantas y ese olor salado a brisa marina. Tampoco se está tan mal aquí, admití con una sonrisa, ya más relajada.
Siguiendo las indicaciones del mapa, seguí avanzando poco a poco. Me perdí muchas veces, me picaron todo tipo de bichos (no solo mosquitos) y un par de veces sentí ojos observandome y algún gruñido, y aterrada hechaba a correr, pero nada grave.
Cuando ya estava toda sudada, exhausta, perdida y con los pies llenos de amplollas y astillas (ese es el problema de ir descalza) oí el sonido del agua cayendo, muy débil, pero estaba segura de que lo había oido. La garganta me quemó, gimiendo de sed y seguí ese hermoso sonido, me dirigí hacia mi salvación. No me precupé de seguir las indicaciones del mapa, solo seguí mi instinto. Iba corriendo apartando ramas y ojas que se entrometían en mi camino y solo me paraba para escuchar aquel sonido que me guiaba.
Aparté unos matorrales y gemí de emoción al ver una pequeña cascada que daba lugar a un lago de apetitosa agua cristalina. Fui dando tumbos hacia la orilla y bebí hasta reventar. Después cogí unos frutos de pinta comestible y me los zampé. Cuando terminé mi faena me dejé caer en el suelo y sonreí. Hacia mucho que no me sentía saciada de esta manera. Me quedaré a vivir aquí, decidí, tengo todo lo necesario: comida y agua.
Ahora que el terrible peso de mis preocupaciones se suavizó, la añoranza me asaltó por la espalda y se apoderó de mi cuerpo.
Lucas...
Los ojos me picaron, pidiendo a gritos que llorara.
¿Me estaría buscando en estos momentos?
¿Me hecharía de menos?
¿Me habría dado por perdida...y estaba con otra?
Las lágrimas amenazaron por desbordarse de mis ojos, pero yo no lo permití. Me lo había prometido.
¿Y mis padres me est....
Un matorral se agitó sospechosamente.
Me incorporé sobresaltada y miré a mi  alrededor, alerta. Todo estaba en calma...demasiado en calma, algo marchaba mal, se respiraba en el ambiente..
A mi espalda oí crujir una rama y me volví rápidamente. Nada.
Lentamente y sin parar de mirar a todos los lados, por si acaso, me fui alejando hacia la espesura.
Otro crujido, esta vez a mi derecha. Me giré de nuevo.
De repente una bestia saltó desde los matorrales rugiendo y con las garras alante.
Chillé aterrorizada y salí corriendo de allí. Miré atrás y vi con horror que me estaba siguiendo y que me pisaba los talones. Apreté el paso, pero el animal pegó un salto y me alzanzó en la espalda con una de sus garras y me hizo un doloroso rasguño. Con un alarido de dolor apreté el paso y seguí corriendo, desesperada. Me tropezaba, pero me levantaba y seguía corriendo, apartaba hojas de mi camino, me lastimaba con las ramas, pero seguía huyendo. Huyendo para salvar la vida.
No paré de correr hasta que ya ni pude mas y caí rendida al suelo.
Era imposible que hubiera dejado atrás a animal pues corría mucho más que yo, algo raro había pasado.
Por si acaso cogí un grueso palo (aunque no se para qué, pues no me iba a servir de nada) y me acurruqué entre dos árboles, pues cada vez que me movía, la herida me dolía horrores. No quería ni pensar en  lo profunda que debía ser.
''Estoy perdida en una selva, sin provisiones porque soy tonta y me las he dejado allí, perseguida por una bestia sin identificar y herida''me recordé a mi misma, pesimista, y esta vez si que no pude evitar llorar de pura desesperación.

domingo, 29 de agosto de 2010

Capítulo 3. Supervivencia.

Me desperté aturdida sin saber bien donde estaba. Giré mi cuerpo para ver que hora era en mi reloj de números fosforescentes. Se me heló la sangre al recordarlo todo. En lugar de mi cuarto estaba la playa con su extenso mar de un hermoso azul y el espeso bosque. En lugar de mi cama estaba esa pegajosa arena. Me rasqué el brazo mientras pensaba qué era lo que podía hacer hoy.
Lo más útil sería ir a buscar el río o estanque o lo que fuera donde había agua potable, (el agua de la cantimplora había se había acabado) pero no me atrevía a entrar en el bosuqe. Daba grima.
Noté que me picaba la pierna y me la rasqué también mientras seguía discurriendo.
Podía buscar comida, por ejemplo mejillones escondidos entre las rocas (aunque los odiara), si eso conseguía aliviar el horrible vacío que había en mi estómago.
Me seguí rascando rabiosamente la pierna pero el picor no se iba. Miré a ver que era lo que ocurría en mi piel.
Oh, mierda.
Estaba cubierta de picotados. Totalmente cubierta de horribles, gordos, y molesos picotazos. Gemí mientras intentaba controlar las horribles ganas de rascarme toda entera.
Mi padre solía decir, con una sonrisa en los labios, que tenía la sangre dulce, porque los mosquitos siempre me picaban a mi.  Pero para mi no era nada gracioso. A ver ¿os divertiría estar siempre llena de granos y los demás sin ni un solo picotazo riendose de ti?
¡Pero esto ya es demasiado! ¡Nunca me habían picado tantos bichos a la vez!

Al final opté por ir a buscar mejillones. Caminé a lo largo de la playa con la mochila a cuestas hasta que llegué al final. Encontré unas olas de aspecto peligroso que rompían en unas rocas de aspecto aún mas peligroso. Ahi era donde tenía que buscar la comida. Ja, ja, que gracia.
Dejé la mochila en la arena y me acerqué a las rocas. Busqué un poco por las más bajas pero no encontra nada comestible. Me dispuse a escalar más arriba cuando me hice un corte en el pie. Lancé un chillido de dolor.
Esto va a ser más dificil de lo que pensaba.
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Observé a la chica, escondido entre el follaje.Parecía inofensiva, mucho más al ver sus graciosos esfuerzos por escalar la roca, pero quién sabe, alomejor me equivocaba.
Llamé al venerable Huenupan con un susurro y le pregunté qué ibamos a hacer con ella.
-Se paciente, Yuma. La observaremos y decidiremos mañana en la asamblea cómo actuaremos.-me contestó en el mismo idioma.
Seguí mirándola y sentí un poco de  compasión.
''No me gustaría estar en tu pellejo'' le dije mentalmente a la extraña chica que había aparecido en nuestra isla.

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Orgullosa de mí misma, pero bastante magullada y llena de cortes, esparcí los mejillones que había logrado coger por la arena.
Se me calló el alma a los pies, al recordar que tenía que cocinarlos para poder comermelos. Qué estúpida soy. Mira que acordarme de aquello justo ahora.
El cielo ya se estaba pintando de hermosos tonos rosados y anaranjados. Había dedicado todo el día a coger unos puñeteros mejillones que ni siquiera me podía comer.
Me bebí lo que quedaba de agua, muy a mi pesar, mañana tendría que adentrarme en el bosque para ir en busca de agua. Tras el segundo día sin comer intenté conciliar el sueño.
Me fue imposible, a causa del picor que me producían los granos y el horrible vacío en mi estómago.
Mañana tenía que conseguir comida, como muy poco agua o me moriría. Así de fácil.
Y al final, a causa de la falta de energía me dormí en un sueño lleno de pesadillas en las que ojos la miraban desde la penumbra.

lunes, 9 de agosto de 2010

Capítulo 2 Una carta desesperanzadora.

Me revisé entera, por si tenía alguna herida grave, pero todo parecía estar en orde, aparte de algunos rasguños que escocían un poco y algunos moratones. Después de eso decidí explorar la playa.
Estube caminando toda la tarde (supongo que es por la tarde) sin encontrar nada interesante hasta que el sol, el hambre y la sed me agotaron, y caí rendida al suelo. Comencé a sollozar, sintiendo que la angustia se apoderaba de mi. <> decía constantemente. Entonces a lo lejos divisé unas figuras oscuras y, al parecer cuadradas. Decidí, que con mis últimas fuerzas, iría a averiguar qué eran. Me sequé las lágrimas y me quité mi camiseta y mis pantalones empapados y rasgados, quedándome en bikini.
Entonces me acordé de Lucas. ¿Me estaría buscando? Alomejor ya había un equipo de rescate buscándome...
Eso me animó a seguir caminando.
Cuando llegué hasta donde había divisado los objetos, casi lloro de felicidad al identificarlos. ¡Eran maletas! Corrí hacia la que tenía más cerca y la abrí con manos temblorosas. Comencé a identificar lo que había dentro. Saqué un reloj de bolsillo de esos antiguos, un vestido antiguo también y una foto rota y con el cristal rasgado, en blanco y negro. Lo demás, supuse, se habría perdido en el mar.  Me quedé flipada cuando leí la fecha que ponía detrás:
3/9/1910
¡Dios mío! ¡1910! Observé la foto. 
En ella aparecía una niña de unos 6 años, preciosa y sonriente.
Lo más seguro es que estas maletas fueran de un barco que se había undido o algo así.
Fui revisando todas las maletas. En general todas contenían lo mismo (ropa, etc) pero algunas tenían cosas interesantes, que yo por supuesto, me las quedé por si acaso: una cantimplora, para disgusto mío vacía, un sombrero de paja, una brújula, una mochila enorme, unos prismáticos medio rotos pero que aun servían y una linterna de esas antiguas (recemos todos para que funcione).
Estaba contentísima de mi descubrimiento hasta que llegué a la última maleta.
En ella había otra cantinplora llena de agua (esta vez si que lloré de felicidad) otra brújula pero esta estaba rota y dos papeles doblados.
En uno había dibujado una especie de mapa de la isla, señalados los sitios donde había agua o comida, aunque había sitios en los que no sabía lo que ponía, pues habían caido gotas de agua y se había corrido la tinta.
En el otro había una carta que rezaba:
Espero que cuando encuentre alguien esto yo ya no esté aquí o esté muerto. Mi barco se hundió, llevándose a mi familia y yo acabé en esta isla...He podido descubrir que la isla está rodeada por unas fuertes olas, que impiden la entrada a barcos y también fuertes vientos que no dejan pasar avionetas. Sobre la isla también (no pude leer nada, una gota lo había fastidiado) En definitiva es imposible que te rescaten, tienes que salir por tus propios medios. Yo he decidido fabricar una balsa con troncos y salir de aquí una vez por todas. Lo más seguro es que muera, pero me da igual. Espero que sobrevivas, para ayudarte te dejo agua potable.
T. J.
Las lágrimas afloraron de mis ojos.
Esta carta había matado todas mis esperanzas. En mi cabeza solo resonaban estas palabras...
es imposible que te rescaten...fuertes olas...salir por tus propios medios...imposible....imposible....
Y ya no pude aguantar más. Alcé las manos al cielo.
-¿PORQUE YO?-grité-¿QUE HE HECHO PARA MERECER ESTO? ¿EH? ¡¡PORQUE!!
Me tapé la cara con las manos y comencé a llorar.
Pensé en Lucas
en mis padres
en mis amigas
en mis hermanas
en todo lo que había dejado atrás.
Llorando y llorando, me quedé dormida con una mueca amarga en mi rostro.


martes, 3 de agosto de 2010

Capítulo 1 El desastre

Apoyada en la barandilla del barco,la agradable brisa marina de aquella noche me dio de lleno en la cara, haciendo que mi cabello ondeara. Suspiré y aspiré varias veces, tratando de que aquel olor tropical tan agradable se quedara grabado en mi mente, pues este momento no se iba a repetir fácilmente. Lucas, la persona a la que amaba con locura, me había regalado un crucero de 1 semana para pasarlo nosotros dos solos, celebrando que ya llevábamos tres años juntos. En ese momento, noté que Lucas me abrazaba con ternura por detrás y me susurraba al oido:
-¿Te lo estás pasando bien, amor?
-Este es uno de esos momentos que nunca se olvidan.-le contesté en el mismo tono, perdiendome en sus preciosos ojos.
Me puse de puntillas para acercarme a sus labios y poderle dar un dulce beso. Me cogió la mano y yo apoyé la cabeza en su hombro, y juntos observamos el cielo estrellado.
-Te quiero-dijo cariñosamente Lucas
-Por siempre-afirmé.
Él se sacó una flor preciosa y tropical del bolsillo y me colocó el el pelo.
Destrozando aquel momento tan bonito, se olleron varios truenos seguidos a lo lejos.
-¿Cómo puede haber tormenta? El cielo está totalmente despejado-dije yo extrañada y asustada, desde pequeña me habían dado mucho miedo los truenos y las tormentas.
-Por aquí no, pero mira-señaló justo detrás nuestro unos nubarrones de aspecto peligroso- pronto tendremos la tormenta encima.
-¡Pero si aquí nunca llueve!- exclamé sorprendida, entonces me di cuenta de una cosa-Dime que este barco está preparado para tormentas fuertes-pedí asustada.
-Supongo que si...-contestó Lucas. Pero por la cara que puso supe que no era así. Estábamos en un apuro.
Entonces sonó otro trueno, mucho más cerca y aterrador que el anterior.. Yo grité aterrorizada y me aferré a Lucas
-Traquila, tranquila-intentó calmarme él, acariciándome el pelo igual de asustado.-Supongo que lo más seguro será irnos a nuestro camarote.
Entonces el barco se balanceó fuertemente, y to perdí el equilibrio y me caí. Comenzaron a caer gotitas y cada segundo llovía mas fuerte y el barco se balanceaba más y más. La voz de un encargado del crucero se oyó a lo lejos:
-¡¡Rápido, todos a los camarotes!! ¡¡Todo el mundo a sus camarotes!!
Intenté levantarme, pero el suelo estaba demasiado resbaladizo. Cada vez hacía más aire y el barco no parama de dar bandazos hacia un lado y otro. Lucas y yo estábamos empapados de lo que llovía y los truenos cada vez se oían mas cercanos.
-¡Vamos, tenemos que resguardarnos!-me apremió Lucas aterrorizado, ayudándome a levantar.
Nos dirigimos a trompicones hacia la entrada del camarote. Lucas abrió la puerta y entró . Cuando yo me disponía a entrar, una ráfaga de viento provocó que la puerta se cerrara de un portazo, dejandome a mi fuera. El barco dio una sacudida y yo me caí al suelo. Intenté con todas mis fuerzas levantarme pero me fue imposcible. A causa del balanceo del barco y del suelo resbaladizo me fui resbalando poco a poco a la barandilla.
-¡¡Que alguien me ayude porfavor!!-bramé aterrorizada
A lo lejos escuché a Lucas
-¡¡Ronnie ya voy a ayudarte!!
-¡No puedes, sería un suicidio salir allí fuera!-pareció contestar un empleado del crucero
-¡¡¡Sueltame, tengo que salvarla!!!!-gritó Lucas fuera de sí, al parecer forcejeando para soltarse
Noté un golpe en la espalda, me giré como pude y pudo observar horrorizada que había llegado hasta la mismísima barandilla. Conseguí incorporarme un poco pero en el momento que había recobrado el equilibrio, un rayo cayó en el barco. La escena parecía pasar a cámara lenta. Chillé con todas mis fuerzas y la onda expansiva me empujó y me arrojó al mar. Fui callendo poco a poco hasta que, con un sonoro chapoteo, penetré en el agua. Nadé a la superficie
-¡¡AYUDA PORFAVOR!! ¡¡SALVARME!!- grité desesperada.
Nadie contestó.
''No quiero morir, porfavor no me dejeis morir, porfavor''
Una ola me volvió a sumergir en el agua, y esta vez no tube sugiciente fuerza para volver a la superficie. Todo se fue volviendo negro poco a poco y lo último que pude pensar fue: ''Tequiero Lucas''
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Me desperté sobresaltada. La boca me sabía a sal y arena, que asco. Escupí un poco para quitarme el sabor. Los recuerdos me fueron viniendo a la cabeza poco a poco.
-¡No estoy muerta! ¡Me he salvado!-exclamé eufórica de felicidad.
Miré a mi alrededor para identificar en el lugar donde me encontraba. Al parecer me encontraba en la playa de una isla. La playa no era muy amplia y terminaba en una espesa jungla de aspecto peligroso y no sabía que tipo de animales podían habitar allí, ni si había civilicación.
No sabía si estar contenta o por lo contrario asustada... pues me encontraba en una isla desconocida... sin comida ni agua.
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